17 de agosto de 2013

Yo Terrenal y Yo Superior

¿Quién soy yo? ¿Soy la suma de mis experiencias? ¿Soy el resultado de todos los estímulos que he recibido en mi vida?

Las respuestas a las preguntas “quién soy” y “qué hago aquí” se aclaran cuando sabemos que somos espíritus que encarnamos con determinado propósito, sea aprender alguna lección pendiente o para que otros la aprendan, es decir, en misión.

Lo anterior explica que nuestro mundo de origen es el espiritual, y que venimos al plano material con un propósito, lo que se llama encarnar: entrar en un cuerpo físico. Entonces yo no sería simplemente mi biografía, sino que “traería algo de antes”... Ese algo es mi espíritu individual, que va asumir un rol específico, al decidir nacer en cierto lugar, en cierto contexto, con cierto género, cierta genética, etc. Pero...

Un error es la creencia de que el espíritu encarna en un 100 %. El espíritu encarna solamente en un 10 % (Yo Inferior, Yo Personal o Yo Terrenal), quedando el 90 % (Yo Superior, Alma o Thetán, según cada filosofía) en el plano espiritual de origen. La diferencia entre el 90 % y el 10 %, salvando las distancias, sería la misma que existe entre un actor y el rol que interpreta.

Por lo tanto, no todo mi ser espiritual se convierte en un personaje terrenal, sino que una gran parte queda en mi plano de origen, funcionando de manera independiente. Pero ese 10% que encarna —por lo general— no recuerda que es un ser espiritual que tiene “toda una vida por detrás”, toda una existencia en el plano suprafísico, y físico —pues probablemente la presente encarnación no sea la primera— ya que pierde la memoria reencarnativa.

La muerte no es sino el encuentro de ese Yo Terrenal con el Yo Superior, lo cual no significa dejar de vivir, sino que vivir de una forma no material, sin vida biológica. En nuestra vida como 10% puede haber comunicación con nuestro Yo Superior, ya que seguimos siendo uno, pero sucede de forma espiritual, a través de sutiles ideas que nosotros percibimos con nuestra parte espiritual y que traducimos a nuestro lenguaje mediante nuestro cerebro; lo cual puede percibirse como un “¡se me prendió la ampolleta!”. De esta misma forma podemos contactarnos con otros seres espirituales, lo que puede llegar a ser canalizado mediante el habla o la escritura, pero eso ya es harina de otro costal...


Las citas fueron extraídas del sitio oficial del Grupo Elron, del trabajo La vida, la muerte, el alma y los roles.

16 de septiembre de 2012

Amar, ser Consciente y Pensar

Extracto de "Ami , el niño de las estrellas",
capítulo 8, Enrique Barrios
Y pregunta Pedrito a Ami:
"— ¿Cómo sería esa conexión con la vida real; qué más hay, aparte de pensar?
— Dejar la mente en paz y simplemente percibir el momento presente, disfrutar de lo que se ve, escuchar los sonidos, palpar, respirar conscientemente, oler, saborear, sentir, emocionarse, observar la vida con una mirada nueva, fresca, inocente, amorosa... ¿Eres feliz en este instante?
— No sé…
— Si dejaras un momento de pensar serías más feliz. Imagínate: estás en una nave espacial, en un mundo situado a años luz de distancia de la Tierra, estás contemplando un planeta avanzado, realmente civilizado, habitado por los antiguos atlantes… Eres un chico privilegiado. ¡Cuántos quisieran estar en tu lugar! En vez de pensar tonterías mira a tu alrededor, aprovecha el momento.
Sentí que Ami tenía razón, pero me quedó una duda y se la expresé:
— ¿Entonces el pensamiento no sirve?
— ¡Típica conclusión terrícola! — rió —. Si no es blanco, debe ser obligatoriamente negro. Si no es perfecto, es demoníaco. Si no es Dios, es el Diablo… ¡Extremismo mental!
Se acomodó en el sillón y agregó: — Claro que sirve el pensamiento, sin él serías un vegetal, pero no es el pensamiento la máxima posibilidad humana.
— ¿Cuál es entonces, disfrutar?
— Para disfrutar necesitas darte cuenta, percibir que estás disfrutando.
— ¿Y darse cuenta o percibir no es pensar?
— No. Darse cuenta es estar consciente, y consciencia es más que pensamiento.
— Entonces la consciencia es lo máximo — concluí, un poco cansado ya de ese lío en el que yo mismo me había metido gracias a mis preguntas.
— Tampoco — dijo Ami con una sonrisa misteriosa —. Te pondré un ejemplo: ¿Te diste cuenta de que escuchaste una música extraña hace poco, la primera que seleccioné?
— Sí, pero no me gustó.
— Te diste cuenta que escuchabas una música extraña, eso fue consciencia, pero no la disfrutaste.
— Realmente, no.
— Entonces, para disfrutar no basta con la consciencia, no basta con percibir o darse cuenta de algo…
— ¡Tienes razón! ¿Qué falta entonces?
— Lo principal. La segunda música sí que la disfrutaste, ¿verdad?
— Sí, porque me gustó.
— ¿Ves? Gustar es una forma de amar. Sin amor no hay disfrute. La consciencia está en el segundo lugar, pero con ella sola no basta para disfrutar de algo. El pensamiento queda en un discreto tercer lugar como posibilidad humana. El primer lugar lo ocupa el amor. Nosotros procuramos amarlo todo, vivir en amor, así disfrutamos más. A ti no te gustó la luna, a mí sí. Yo disfruto más y soy más feliz que tú.
— Entonces el amor es lo máximo del Universo.
— Ahora sí, perfecto, Pedrito.
— ¿Y eso, lo saben en la Tierra?
— ¿Lo sabías tú; te lo enseñaron en el colegio?...
— No."

16 de agosto de 2012

¿Qué es la Consciencia?


“La consciencia es la presencia de Dios en el hombre”
Swedenborg

Los invito a hacer un ejercicio muy simple y muy esclarecedor. Lo mejor sería realizarlo al ir escuchándolo… pero puedes leer los primeros tres pasos, llevarlos a la práctica y al final leer la última indicación:

·      Primero, debemos observar nuestro cuerpo. Nos fijamos en nuestra postura, en cómo se apoya nuestro cuerpo en la silla por ejemplo; si siento algún dolor, etcétera; pero sin hacer nada con eso que observo, solo observo, sin ningún juicio. Puedo cerrar los ojos y observar con el “ojo interno” mi cuerpo físico.
·      Luego de un minuto, observo mis pensamientos; nada más los miro, sin detenerme en ninguno; veo como aparecen, se van, los observo… (Por lo general uno tiende a poner la atención en la cabeza y zonas superiores a nuestro cuerpo.)
·      Entonces paso a observar mis emociones (en este caso, lo natural es poner la atención en el pecho, pero podemos sentir emociones en todo nuestro organismo). Simplemente las observo, sin tomar ninguna medida.

Y ahora viene lo interesante.

·      Luego de observar estos tres aspectos, observo aquello que ha estado observando todo este rato…



Ese observador eres tú. Es tu Atención. Es la Consciencia. Me atrevo a decir, ese es el “Yo”.

Este  ejercicio podemos aprovecharlo para centrarnos, estar más conscientes, realizándolo varias veces al día (no toma más de tres minutos). Yo lo aprendí de Ana Laura Spósito, en uno de sus seminarios ―le agradezco por haberme entregado esta herramienta tan práctica― (su página).

A modo de conclusión: Yo soy mi Atención. Mediante ella puedo acceder al “mundo de los significados” y Pensar (en mayúscula: Pensar Vivo, auténtico). Mi Atención también se relaciona con la Intención, esa fuerza “todopoderosa”. Cuando pongo mi atención en mi Atención, soy consciente de mí mismo.

27 de mayo de 2012

Conocimiento y comprensión


Cuando era niña, y ahora entiendo por qué, me pasaba que siempre imaginaba las cosas más bellas de lo que eran en realidad (materialmente hablando). Por ejemplo, quería pintar algo, y mi idea era tan hermosa, que al llevarla a la praxis me desilusionaba… por esto, solía pensar que lo “virtual” era siempre más perfecto.
Esto pasa porque el factor material de la realidad está constantemente cambiando, degenerándose, y generándose: es la Vida; lo caótico, lo singular. En cambio, el factor conceptual es inmutable, inmortal, el orden, las leyes, la Forma espiritual de las cosas. Y en mi caso, brillaba más la idea de algo, en mi imaginación, que el objeto en sí mismo. Esto me lleva a mencionar lo siguiente.

Existen tres distintos niveles de Conocimiento:
Primer nivel: Sensorial (veo).
Segundo nivel: Anímico (siento).
Tercer nivel: Espiritual (es).

El tercer nivel corresponde a los significados, los arquetipos, las leyes. Por lo general, vivimos dentro del primer y segundo nivel de Conocimiento, que son más bien subjetivos. En cambio el último nivel es imparcial. Para llegar a la Realidad Espiritual (las leyes, la Verdad), debemos superar la subjetividad.

22 de mayo de 2012

¿Qué es lo “espiritual”?

Este último mes he encontrado luces que me ayudan a comprender y definir la Realidad Espiritual. Aquí voy:


Podríamos decir que nuestra vida en general, se desarrolla en la materia, vivimos en un mundo material. Nos comunicamos a través de signos materiales, símbolos verbales y no verbales, que forman lenguajes (gestual, hablado, escrito, artístico, etcétera).
Estos lenguajes están compuestos por signos, cuyo soporte es material (acústica, óptica, en fin, mecánica), pero transmiten contenido que no es material, los significados; a los cuales accedemos mediante nuestro entendimiento. Los significados son intangibles, y pertenecen a la Realidad Suprasensible. Nosotros aprendemos qué signo corresponde a qué significado, y así nos entendemos (o no). Por lo tanto, para comunicar una idea, yo ubico los signos correspondientes y los expreso, y así lo que digo tiene sentido. Es innegable entonces que nos movemos en un mundo compuesto por dos aspectos: lo material, que es sensorial, y lo conceptual, que es imperceptible. Ambos elementos componen nuestra Realidad como tal.
Según la premisa anterior, todo lo correspondiente a las ideas, es espiritual. Incluyendo los pensamientos, los sentimientos y la voluntad. Creer que el cerebro “piensa”, es un supuesto dogmático, nacido en nuestra época materialista; para mí es una afirmación bastante mediocre. Pensar corresponde al plano inmaterial; siendo el cerebro el decodificador en el que el pensar se asienta. Como leí por ahí:

Comprender es un fenómeno espiritual, y el comprendedor un ser espiritual.

12 de abril de 2012

Verso de otoño

Valiente seré
Veraz y sereno
Cada acto bueno
Libre me hará
Cada pensamiento bondadoso
Me fortalecerá
Por la Verdad lucharé
El error venceré