¿Quién soy yo? ¿Soy la suma de mis experiencias? ¿Soy el resultado de todos los estímulos que he recibido en mi vida?
Las respuestas a las preguntas “quién soy” y “qué hago aquí” se aclaran cuando sabemos que somos espíritus que encarnamos con determinado propósito, sea aprender alguna lección pendiente o para que otros la aprendan, es decir, en misión.
Lo anterior explica que nuestro mundo de origen es el espiritual, y que venimos al plano material con un propósito, lo que se llama encarnar: entrar en un cuerpo físico. Entonces yo no sería simplemente mi biografía, sino que “traería algo de antes”... Ese algo es mi espíritu individual, que va asumir un rol específico, al decidir nacer en cierto lugar, en cierto contexto, con cierto género, cierta genética, etc. Pero...
Un error es la creencia de que el espíritu encarna en un 100 %. El espíritu encarna solamente en un 10 % (Yo Inferior, Yo Personal o Yo Terrenal), quedando el 90 % (Yo Superior, Alma o Thetán, según cada filosofía) en el plano espiritual de origen. La diferencia entre el 90 % y el 10 %, salvando las distancias, sería la misma que existe entre un actor y el rol que interpreta.
Por lo tanto, no todo mi ser espiritual se convierte en un personaje terrenal, sino que una gran parte queda en mi plano de origen, funcionando de manera independiente. Pero ese 10% que encarna —por lo general— no recuerda que es un ser espiritual que tiene “toda una vida por detrás”, toda una existencia en el plano suprafísico, y físico —pues probablemente la presente encarnación no sea la primera— ya que pierde la memoria reencarnativa.
Las citas fueron extraídas del sitio oficial del Grupo Elron, del trabajo La vida, la muerte, el alma y los roles.